lunes, 21 de enero de 2013

Un día muy largo


UN DÍA MUY LARGO

-       ¡RRRRRIIIIIIING!
-       ¡David! El telefonillo- gritó su madre
-       Ya voy
-       ¿Sí?, ¿quién es?, ¿Eres Santi?
-       Pues claro palurdo, ¿Quién si no?
-       Venga, bajo

Eran las siete de la mañana, y como todos los días, Santiago alias “Santi” iba a buscar a su amigo, pero también vecino David.  Los dos eran el terror dentro de su cole, el María Inmaculada.  Los dos habían planeado días antes una broma a su profesora, más conocida como “la Pili”.  La travesura iba a consistir en colocar varias chinchetas en su silla y situar una cámara oculta comprada por tele tienda, para coronarse como los niños más gamberros del colegio.

Habían llegado los primeros al instituto para no ser vistos y debido a la mala seguridad del lugar, no les costó nada más que un minuto para sobre pasar las verjas y situarse en las escaleras del edificio correspondiente a su ciclo.  Cuando se disponían a subirlas, de repente, oyeron los pasos de una mujer con bastante sobre peso.

-¿Qué profe pesa tanto? preguntó Santi
-No sé dijo David

Y después de un tiempo meditando, como por casualidad los dos gritaron:

-¡La Pili!

Se escondieron sigilosamente en una posición en la que era muy difícil verles.  Cuando pasó su tutora delante de ellos, sin percatarse de su presencia, ellos notaron una ligera preocupación en su rostro.

-Bueno, venga sube tú primero, tío
-¡Sí hombre, que te den!
¿Eres una gallina?
-No, ¿y tú?
-No
-Pues venga, subamos a la vez
-Vale

Subieron, y cuando llegaron a su pasillo vieron al director en su despacho, un señor mayor que vivía cerca del teatro Anaya, un hogar objeto de sus constantes bromas.  Llegaron a su clase sin ser finalmente vistos.

Abrieron la puerta, y por sorpresa, se encontraron un cadáver encima de la mesa del profesor.  Era una niña de su edad, un poco más pequeña quizás.  No la conocían de nada.  Los dos jóvenes, viéndose en un “shock”, corrieron abajo y llamaron inmediatamente a la policía.  En dos minutos se plantaron allí las autoridades, pero justo cuando entraron en aquella habitación, aquella espantosa habitación, no encontraron nada, ni una gota de sangre, todo estaba como siempre.  Nada más empezar las clases, el director les llamó a su despacho, algo ya habitual.


-¡¡¡¿Cómo podéis haber hecho esto?!!!, ¿no tenéis vergüenza?, ¿cómo se os ocurre llamar a las autoridades sin haber pasado nada?
-Perdón, señor
-Os voy a poner un parte, salir de mi despacho

Los dos, salieron preocupados, pero no por lo del parte, sino por lo ocurrido hacía minutos. Saliendo del despacho, David divisó un líquido rojo, sobresaliendo del armario del Director, algo bastante sospechoso en aquel momento.

En el recreo de por la mañana, decidieron encontrar por sí mismos a los culpables.  Sus principales sospechosos eran “la Pili” ya que acababa de bajar su piso cuando ellos subían con un rostro de arrepentimiento bastante claro y el Director, por el líquido que salía de su armario.

Les tocaba irse a comer a casa y los dos amigos, más callados de lo normal, se despidieron de una forma poco habitual, con un “ey” por el cual se notaba en su voz el impacto de haber visto un cadáver en la vida real.  No se lo dijeron a sus padres, comieron rápidamente y cada uno fue encajando las piezas de un rompecabezas que al final delataría al Director como culpable.

Quedaron a las puertas del Botinero, un restaurante muy conocido por el barrio. Cuando ya estaban juntos los dos pequeños detectives, Santi comentó a su amigo que había conseguido las pruebas necesarias para declarar al Director “culpable”.  De repente, una persona con un pasa montañas, le arrebató las pruebas a Santi.  Los dos le siguieron por la calle hasta que el ladrón entró por las puertas del British Council, que estaba en obras.  Los dos niños corrían más y al final consiguieron acorralarlo en el cuarto de calderas.


-¡Quítate eso!, mandó David
-Seguro que es el Director, continuó Santi
-Pues no, interpuso el ladrón

El hombre se deshizo de la máscara y al final, después de tanta intriga, el culpable fue el profesor de Ciudadanía, D. Anselmo. D. Anselmo era el profesor más veterano del cole, y al que más jugarretas le realizaban.  Le conocían como “don mostacho”, por el extravagante y antiguo bigote que llevaba.

-¿Por qué has hecho esto?, preguntó David enfurecido
-Lleváis toda la vida haciéndome pensar, que al entrar en las puertas del Colegio, estuviese entrando en el infierno, siempre burlándoos de mi, cada hora, cada día.  Ya no lo soportaba más, esa niña me había tomado el pelo el día anterior y le dije que viniese un poco antes haciéndole creer que teníamos una tutoría especial.  Ahora os mataré a vosotros, pero antes, ¿sabéis que día es hoy?
-28 de abril, ¿por?

De repente, entraron por la puerta un montón de gente de aspecto familiar.  Eran profesores y alumnos de su colegio llevando un cartel diciendo: “Donde las dan las toman”.  ¿Por qué llevarían esa pancarta…?.  David dio con el director y con su tutora y les explicó lo sucedido.  Ellos, entre sonrisas les explicaron a los dos amigos que hoy era el día de los inocentes y les habían gastado una –inocentada- para darles una lección.

-Pero señor, ¿Cómo puede explicar el líquido rojo que salía de su armario?, preguntó Santiago
-Era una botella de vino que se había derramado
-¿Y su rostro de preocupación señorita?
-Me había sentado mal el desayuno
-¿Y la niña muerta?
-Era un maniquí
-Está bien, entonces no pasa nada, todos vivos
-No, “estáis expulsados” por haberos colado en el Colegio, que se me había olvidado decíroslo.

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